Sobre el cadáver de Madrazo
Raymundo Riva Palacio
04 de julio de 2006
En el recuento de los votos emitidos en las más de 113 mil casillas electorales del país, una de las certidumbres más sólidas es la debacle de Roberto Madrazo, cuya candidatura no sólo le cerró la puerta al PRI de regresar a Los Pinos aprovechando el impulso natural de gobernar a 39% de los mexicanos, sino que lo empujó hacia el tercer lugar como fuerza política nacional. Para la historia del partido que surgió de la Revolución Mexicana, convertido durante décadas en una forma de vida, el resultado es patético.
La candidatura de Madrazo dejó en huesos a un partido que perdió alrededor de 5 millones de votos con respecto a la elección presidencial de 2000, y que vio cómo se evaporaron 3 millones en su poder desde las elecciones federales intermedias en 2003. Pero Madrazo llegó hasta el 2 de julio. O cuando menos, el grueso de las figuras priístas así lo han decidido. Con él, nunca jamás, y su carrera política en el partido, incluso, pudiera ser defenestrada.
No es para menos. El Partido Revolucionario institucional llegó al 2 de julio con 17 gubernaturas en su buchaca. En todas, Madrazo perdió la votación presidencial; nueve ante Felipe Calderón y ocho ante Andrés Manuel López Obrador. Peor aún, en 13 de ellos -las excepciones son Coahuila, Colima, Chihuahua y Durango- arrastró al PRI al tercer lugar, perdiendo fuerza histórica en estados que alguna vez fueron semilleros de votos priístas como México, Sonora y Veracruz, o cayendo al fondo en aquellos donde se encontraban sus principales lugartenientes y operadores políticos, Oaxaca y Tabasco. Por si no fuera suficiente, la candidatura de Madrazo arrastró al hoyo también a candidatos a diputados y senadores, en cuyas cámaras el partido será la tercera minoría.
Prácticamente todos los gobernadores del PRI se hartaron de Madrazo. Sus pesadillas de que la candidatura podría traerles más perjuicios que beneficios se tradujeron en un alto costo que quieren dejar de pagar. Desde el domingo por la noche, una intensa actividad se desarrolló en los estantes de poder del PRI para deshacerse de Madrazo y evitar que pretenda mantener el control sobre la franquicia del partido. En el ahora o nunca, las negociaciones se prolongaron durante estos dos últimos días en busca de quién podrá ser el que recupere de la ruina al partido y encuentre un futuro colectivo.
Salvo los casos de los gobernadores Ulises Ruiz de Oaxaca, y Manuel Andrade de Tabasco, el resto tomó contacto con la maestra Elba Esther Gordillo para proponerle la recomposición del partido y encontrar la forma de relevar su dirigencia. Previamente los gobernadores Enrique Peña Nieto del estado de México, Natividad González Parás de Nuevo León, y Eduardo Bours, habían sostenido pláticas informales para estudiar escenarios ante un resultado adverso el 2 de julio y analizar la manera de recuperar el partido del equipo de Madrazo. Varias opciones se llegaron a manejar como posibles sustitutos en la presidencia nacional, particularmente con el líder del Senado, Enrique Jackson, quien fue precandidato a la candidatura presidencial del PRI. Pero las condiciones se modificaron el día de la elección con los resultados obtenidos por el Partido Nueva Alianza, inspirado y creado por el magisterio, que responde a las directrices de la maestra Gordillo.
El llamado Panal no figuró en la contienda presidencial, donde participó Roberto Campa como su candidato, pero sorprendió en los resultados obtenidos a nivel legislativo, donde se acercará al 5% del voto nacional y conservará su registro como partido. La estrategia de Gordillo rindió frutos electorales. Animada por su deseo de venganza de Madrazo, quien considera la traicionó, Gordillo fundó un nuevo partido que, habrá que estudiar más allá de la hipótesis, contribuyó al descarrilamiento del candidato priísta. Una campaña obcecada en su contra a lo largo de la campaña presidencial, y un spot coloquial diseñado por el creativo Juan Kuri, que pegó mucho entre los mexicanos: "¿Tú le crees a Madrazo? Yo tampoco".
Pero sobre todo, lo impulsó una estrategia electorera donde la maestra pactó con los gobernadores respaldos recíprocos para maximizar fortalezas y acotar debilidades, y una intensa campaña de dos meses por todo el país donde el secretario general del magisterio, y virtualmente senador, Rafael Ochoa, arengaba a los maestros a votar por quien desearan, salvo "por el traidor", y que le apostaran a las cámaras, donde se votan las leyes que les ayudan a mejorar sus niveles de vida.
Gordillo tenía aliados previos, como Bours, con quien acordó una alianza estatal entre ese partido y el Panal, y con González Parás. Otros gobernadores estuvieron siempre cercanos a ella, como José Reyes Baeza de Chihuahua, Humberto Moreira de Coahuila, Silverio Cavazos de Colima, Ismael Hernández de Durango, Ney González de Nayarit, y Eugenio Hernández de Tamaulipas. Había cercanos como Enrique Peña Nieto del estado de México, y otros como Mario Marín de Puebla, que se habían alejado de ella. Pero desde el domingo, todos ellos sostuvieron contacto con la maestra. El mensaje sobre el rescate del PRI fue unísono y urgente.
Madrazo no estuvo a la altura de sus necesidades. Hace unas cuantas semanas se reunió con todos, salvo Bours, en Monterrey, donde les pidió que lo apoyaran, que ya lo conocían y que sabían de qué estaba hecho. Les dijo que el gobierno foxista los había dañado y que no se confiaran de López Obrador. Decían sus cercanos que le había ido bien y que los gobernadores irían todo el camino con él. Las cosas no resultaron como las creían. El nombre Madrazo siguió pesando negativamente y arrastró con su fama la votación para diputados y senadores. Se acabó. Los gobernadores le dieron la espalda. Van por él y por el partido. Van por la negociación en bloque con quien gane la elección presidencial, una que no desean que pase, ni que se atraviese Roberto Madrazo, por más intentos que haga de mantenerse respirando.
Raymundo Riva Palacio
04 de julio de 2006
En el recuento de los votos emitidos en las más de 113 mil casillas electorales del país, una de las certidumbres más sólidas es la debacle de Roberto Madrazo, cuya candidatura no sólo le cerró la puerta al PRI de regresar a Los Pinos aprovechando el impulso natural de gobernar a 39% de los mexicanos, sino que lo empujó hacia el tercer lugar como fuerza política nacional. Para la historia del partido que surgió de la Revolución Mexicana, convertido durante décadas en una forma de vida, el resultado es patético.
La candidatura de Madrazo dejó en huesos a un partido que perdió alrededor de 5 millones de votos con respecto a la elección presidencial de 2000, y que vio cómo se evaporaron 3 millones en su poder desde las elecciones federales intermedias en 2003. Pero Madrazo llegó hasta el 2 de julio. O cuando menos, el grueso de las figuras priístas así lo han decidido. Con él, nunca jamás, y su carrera política en el partido, incluso, pudiera ser defenestrada.
No es para menos. El Partido Revolucionario institucional llegó al 2 de julio con 17 gubernaturas en su buchaca. En todas, Madrazo perdió la votación presidencial; nueve ante Felipe Calderón y ocho ante Andrés Manuel López Obrador. Peor aún, en 13 de ellos -las excepciones son Coahuila, Colima, Chihuahua y Durango- arrastró al PRI al tercer lugar, perdiendo fuerza histórica en estados que alguna vez fueron semilleros de votos priístas como México, Sonora y Veracruz, o cayendo al fondo en aquellos donde se encontraban sus principales lugartenientes y operadores políticos, Oaxaca y Tabasco. Por si no fuera suficiente, la candidatura de Madrazo arrastró al hoyo también a candidatos a diputados y senadores, en cuyas cámaras el partido será la tercera minoría.
Prácticamente todos los gobernadores del PRI se hartaron de Madrazo. Sus pesadillas de que la candidatura podría traerles más perjuicios que beneficios se tradujeron en un alto costo que quieren dejar de pagar. Desde el domingo por la noche, una intensa actividad se desarrolló en los estantes de poder del PRI para deshacerse de Madrazo y evitar que pretenda mantener el control sobre la franquicia del partido. En el ahora o nunca, las negociaciones se prolongaron durante estos dos últimos días en busca de quién podrá ser el que recupere de la ruina al partido y encuentre un futuro colectivo.
Salvo los casos de los gobernadores Ulises Ruiz de Oaxaca, y Manuel Andrade de Tabasco, el resto tomó contacto con la maestra Elba Esther Gordillo para proponerle la recomposición del partido y encontrar la forma de relevar su dirigencia. Previamente los gobernadores Enrique Peña Nieto del estado de México, Natividad González Parás de Nuevo León, y Eduardo Bours, habían sostenido pláticas informales para estudiar escenarios ante un resultado adverso el 2 de julio y analizar la manera de recuperar el partido del equipo de Madrazo. Varias opciones se llegaron a manejar como posibles sustitutos en la presidencia nacional, particularmente con el líder del Senado, Enrique Jackson, quien fue precandidato a la candidatura presidencial del PRI. Pero las condiciones se modificaron el día de la elección con los resultados obtenidos por el Partido Nueva Alianza, inspirado y creado por el magisterio, que responde a las directrices de la maestra Gordillo.
El llamado Panal no figuró en la contienda presidencial, donde participó Roberto Campa como su candidato, pero sorprendió en los resultados obtenidos a nivel legislativo, donde se acercará al 5% del voto nacional y conservará su registro como partido. La estrategia de Gordillo rindió frutos electorales. Animada por su deseo de venganza de Madrazo, quien considera la traicionó, Gordillo fundó un nuevo partido que, habrá que estudiar más allá de la hipótesis, contribuyó al descarrilamiento del candidato priísta. Una campaña obcecada en su contra a lo largo de la campaña presidencial, y un spot coloquial diseñado por el creativo Juan Kuri, que pegó mucho entre los mexicanos: "¿Tú le crees a Madrazo? Yo tampoco".
Pero sobre todo, lo impulsó una estrategia electorera donde la maestra pactó con los gobernadores respaldos recíprocos para maximizar fortalezas y acotar debilidades, y una intensa campaña de dos meses por todo el país donde el secretario general del magisterio, y virtualmente senador, Rafael Ochoa, arengaba a los maestros a votar por quien desearan, salvo "por el traidor", y que le apostaran a las cámaras, donde se votan las leyes que les ayudan a mejorar sus niveles de vida.
Gordillo tenía aliados previos, como Bours, con quien acordó una alianza estatal entre ese partido y el Panal, y con González Parás. Otros gobernadores estuvieron siempre cercanos a ella, como José Reyes Baeza de Chihuahua, Humberto Moreira de Coahuila, Silverio Cavazos de Colima, Ismael Hernández de Durango, Ney González de Nayarit, y Eugenio Hernández de Tamaulipas. Había cercanos como Enrique Peña Nieto del estado de México, y otros como Mario Marín de Puebla, que se habían alejado de ella. Pero desde el domingo, todos ellos sostuvieron contacto con la maestra. El mensaje sobre el rescate del PRI fue unísono y urgente.
Madrazo no estuvo a la altura de sus necesidades. Hace unas cuantas semanas se reunió con todos, salvo Bours, en Monterrey, donde les pidió que lo apoyaran, que ya lo conocían y que sabían de qué estaba hecho. Les dijo que el gobierno foxista los había dañado y que no se confiaran de López Obrador. Decían sus cercanos que le había ido bien y que los gobernadores irían todo el camino con él. Las cosas no resultaron como las creían. El nombre Madrazo siguió pesando negativamente y arrastró con su fama la votación para diputados y senadores. Se acabó. Los gobernadores le dieron la espalda. Van por él y por el partido. Van por la negociación en bloque con quien gane la elección presidencial, una que no desean que pase, ni que se atraviese Roberto Madrazo, por más intentos que haga de mantenerse respirando.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario