por juliAntra.
Sucede a veces que uno se enamora de los árboles por la sombra que producen, la fuerza de sus ramas o la dulzura de sus frutos.
Sucede también, a veces, que el árbol que uno ama se convierte en hombre y uno ama sus ideas, sus labios, su corazón, sus brazos o el sexo, porque los árboles tienen sexo.
Y sucede después, a veces, que el árbol que uno ama está tan cerca que asombra, asusta, deja de ser un árbol y parece un Sol que deslumbra los ojos enamorados.
Y sucede, entonces, a veces, que uno no sabe si cerrar lo ojos y esconderse, o contemplar al árbol, hombre, Sol... hasta quedarse ciego.
(Texto oculto en el disco "El que la hace la canta")
Sucede también, a veces, que el árbol que uno ama se convierte en hombre y uno ama sus ideas, sus labios, su corazón, sus brazos o el sexo, porque los árboles tienen sexo.
Y sucede después, a veces, que el árbol que uno ama está tan cerca que asombra, asusta, deja de ser un árbol y parece un Sol que deslumbra los ojos enamorados.
Y sucede, entonces, a veces, que uno no sabe si cerrar lo ojos y esconderse, o contemplar al árbol, hombre, Sol... hasta quedarse ciego.
(Texto oculto en el disco "El que la hace la canta")
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