¿Qué estará en disputa en el Congreso Nacional del partido previsto para agosto? La disputa se centrará -igual que en el caso del PAN- en la lucha por el control del partido
Luego de la controvertida elección federal de julio de 2006, los tres más influyentes partidos políticos mexicanos debieron reajustar sus máquinas, reacomodar sus fuerzas y realizar los cambios que ordena el nuevo tiempo político. El PRI ya realizó el relevo de su dirigencia -que quedó en manos de Beatriz Paredes-, inició su relanzamiento con un sonado triunfo, el de Yucatán, y prepara la revisión de sus estatutos.
El PAN realizó ayer la más importante Asamblea Nacional de su historia, renovó a su Consejo Nacional -que como dijimos ayer quedó integrado con una mayoría de calderonistas, pero con saludables equilibrios entre los grupos en disputa-, y fue el anuncio de que la nueva correlación de fuerzas desplazó a la ultraderecha del control de la dirigencia de ese partido, para dar paso al control de los doctrinarios, que en 1999 fueron echados. Aún así, en el mes de marzo de 2008 el PAN mudará de presidente de partido, y el elegido será un calderonista.
Viene el turno del PRD, partido político que a partir de su escandalosa derrota en las urnas -luego que en seis meses dilapidó más de diez puntos porcentuales que le aseguraban el triunfo- se negó a dar paso a un proceso de revisión y autocrítica. Prefirió el camino incierto y titubeante de tener un pie en la institucionalidad y otro en la oposición destructiva -pareciera dispuesto a destruir no sólo su propio proyecto de partido, sino su papel en la transición democrática- que ya le costó la pérdida de amplios sectores sociales que lo acompañaron en julio de 2006. Y el mejor ejemplo es Yucatán, y lo será Michoacán.
En agosto llegará el turno del PRD, cuando realice su Congreso Nacional para reacomodar sus fuerzas, revisar sus estatutos y, como resultado, preparar lo que en marzo de 2008 será su cambio de presidente, que significará la salida del señor Leonel Cota, caricatura de dirigente que contribuyó como ninguno a la destrucción de lo que hace 18 años fue la esperanzadora alternativa de la izquierda mexicana.
A partir de las feroces peleas que ya están presentes en el PRD nacional, que en casos como el de Michoacán permiten ver la disputa entre tres grandes bloques o tribus -Los obradoristas, Los chuchos y Los cardenistas, fractura que podría hacer perder al PRD uno de sus bastiones fundamentales y empujar el triunfo del PAN en Michoacán- es previsible que en agosto más que una revisión real, a fondo y autocrítica de las desviaciones que sufrió ese partido en el pasado proceso federal, no presenciemos más que una vulgar pelea por el poder.
¿Qué estará en disputa en el Congreso Nacional del PRD previsto para agosto? La disputa se centrará -igual que en el caso del PAN- en la lucha por el control del partido. Se debe recordar que en los meses previos al 2 de julio, el candidato presidencial doblegó a todas las "tribus y corrientes" del PRD, para imponer como presidente del partido a un incondicional, al maleable Leonel Cota.
En rigor, el congreso de agosto no servirá para renovar la dirigencia -la cual como ya se dijo será cambiada en marzo de 2008- pero sí se harán los ajustes estatutarios necesarios para preparar esa elección. Y es que a partir del método que se decida en el congreso para elegir a los dirigentes y aspirantes a puestos de elección popular, subirán o bajarán las posibilidades que cada uno de los grupos en disputa tendrán para hacerse del control del partido.
El grupo de Los chuchos es la primera minoría del PRD en todo el país y llevará entre 35 y 40% de los delegados al Congreso. Su objetivo es arrebatarle a López Obrador el control del partido. Pero en el otro extremo el resto de grupos, sobre todos los afines a AMLO, no están ni cojos ni mancos. La guerra será feroz, a muerte, y en todos los bandos se velan armas, se negocian acercamientos, alianzas y acuerdos.
Nueva Izquierda, el grupo que aglutina a Los chuchos, pretende impulsar un cambio estatutario para que el nuevo presidente del partido, y los cargos de elección popular, se realicen a través del método de convención -el método que por cierto, siempre le cuestionaron al PAN- con lo que podrán participar sólo los militantes del PRD. El bando contrario, el de AMLO, intenta que la elección de dirigentes se realice en elección abierta, "entre la gente", que es donde el ex candidato tiene su fuerza.
El congreso perredista de agosto lo ganará aquel grupo o "tribu" que logre el mayor número de alianzas. Y las alianzas, todos lo saben, no son un ejercicio de voluntades o creencias ciegas, sino que son una suerte de intercambio de poder. ¿Quién tiene en el PRD el mayor número de centros reales de poder? El llamado grupo de Los chuchos tiene una importante porción en el Congreso federal y el de la capital, además de plazas en una buena parte del país. El grupo de Marcelo Ebrard tiene otra nada despreciable franja de poder real, y Los amalios otro tanto. ¿Qué pasaría si se unen esos tres grupos? Se quedarían con el partido. Con el pastel y con lo que viene. Al tiempo.
Itinerario Político
Ricardo Alemán
Luego de la controvertida elección federal de julio de 2006, los tres más influyentes partidos políticos mexicanos debieron reajustar sus máquinas, reacomodar sus fuerzas y realizar los cambios que ordena el nuevo tiempo político. El PRI ya realizó el relevo de su dirigencia -que quedó en manos de Beatriz Paredes-, inició su relanzamiento con un sonado triunfo, el de Yucatán, y prepara la revisión de sus estatutos.
El PAN realizó ayer la más importante Asamblea Nacional de su historia, renovó a su Consejo Nacional -que como dijimos ayer quedó integrado con una mayoría de calderonistas, pero con saludables equilibrios entre los grupos en disputa-, y fue el anuncio de que la nueva correlación de fuerzas desplazó a la ultraderecha del control de la dirigencia de ese partido, para dar paso al control de los doctrinarios, que en 1999 fueron echados. Aún así, en el mes de marzo de 2008 el PAN mudará de presidente de partido, y el elegido será un calderonista.
Viene el turno del PRD, partido político que a partir de su escandalosa derrota en las urnas -luego que en seis meses dilapidó más de diez puntos porcentuales que le aseguraban el triunfo- se negó a dar paso a un proceso de revisión y autocrítica. Prefirió el camino incierto y titubeante de tener un pie en la institucionalidad y otro en la oposición destructiva -pareciera dispuesto a destruir no sólo su propio proyecto de partido, sino su papel en la transición democrática- que ya le costó la pérdida de amplios sectores sociales que lo acompañaron en julio de 2006. Y el mejor ejemplo es Yucatán, y lo será Michoacán.
En agosto llegará el turno del PRD, cuando realice su Congreso Nacional para reacomodar sus fuerzas, revisar sus estatutos y, como resultado, preparar lo que en marzo de 2008 será su cambio de presidente, que significará la salida del señor Leonel Cota, caricatura de dirigente que contribuyó como ninguno a la destrucción de lo que hace 18 años fue la esperanzadora alternativa de la izquierda mexicana.
A partir de las feroces peleas que ya están presentes en el PRD nacional, que en casos como el de Michoacán permiten ver la disputa entre tres grandes bloques o tribus -Los obradoristas, Los chuchos y Los cardenistas, fractura que podría hacer perder al PRD uno de sus bastiones fundamentales y empujar el triunfo del PAN en Michoacán- es previsible que en agosto más que una revisión real, a fondo y autocrítica de las desviaciones que sufrió ese partido en el pasado proceso federal, no presenciemos más que una vulgar pelea por el poder.
¿Qué estará en disputa en el Congreso Nacional del PRD previsto para agosto? La disputa se centrará -igual que en el caso del PAN- en la lucha por el control del partido. Se debe recordar que en los meses previos al 2 de julio, el candidato presidencial doblegó a todas las "tribus y corrientes" del PRD, para imponer como presidente del partido a un incondicional, al maleable Leonel Cota.
En rigor, el congreso de agosto no servirá para renovar la dirigencia -la cual como ya se dijo será cambiada en marzo de 2008- pero sí se harán los ajustes estatutarios necesarios para preparar esa elección. Y es que a partir del método que se decida en el congreso para elegir a los dirigentes y aspirantes a puestos de elección popular, subirán o bajarán las posibilidades que cada uno de los grupos en disputa tendrán para hacerse del control del partido.
El grupo de Los chuchos es la primera minoría del PRD en todo el país y llevará entre 35 y 40% de los delegados al Congreso. Su objetivo es arrebatarle a López Obrador el control del partido. Pero en el otro extremo el resto de grupos, sobre todos los afines a AMLO, no están ni cojos ni mancos. La guerra será feroz, a muerte, y en todos los bandos se velan armas, se negocian acercamientos, alianzas y acuerdos.
Nueva Izquierda, el grupo que aglutina a Los chuchos, pretende impulsar un cambio estatutario para que el nuevo presidente del partido, y los cargos de elección popular, se realicen a través del método de convención -el método que por cierto, siempre le cuestionaron al PAN- con lo que podrán participar sólo los militantes del PRD. El bando contrario, el de AMLO, intenta que la elección de dirigentes se realice en elección abierta, "entre la gente", que es donde el ex candidato tiene su fuerza.
El congreso perredista de agosto lo ganará aquel grupo o "tribu" que logre el mayor número de alianzas. Y las alianzas, todos lo saben, no son un ejercicio de voluntades o creencias ciegas, sino que son una suerte de intercambio de poder. ¿Quién tiene en el PRD el mayor número de centros reales de poder? El llamado grupo de Los chuchos tiene una importante porción en el Congreso federal y el de la capital, además de plazas en una buena parte del país. El grupo de Marcelo Ebrard tiene otra nada despreciable franja de poder real, y Los amalios otro tanto. ¿Qué pasaría si se unen esos tres grupos? Se quedarían con el partido. Con el pastel y con lo que viene. Al tiempo.
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Ricardo Alemán
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