REFLEXIONES AL VUELO
Fernando Hernández Rosas
En pocos días 2005 habrá expirado y será tiempo para hacer un recuento de las pérdidas y de las ganancias; el momento se presta para hacer nuestra propia auditoria y determinar si las decisiones que tomamos cumplieron nuestras expectativas. Podemos ser demasiado exigentes y sentir que hemos fracasado, o demasiado tolerantes y apreciar que todo fue exitoso; pero en nuestro fuero interno quedará la realidad a la que tuvimos que enfrentar y lo que la lucha que emprendimos nos pudo haber dejado de utilidad.
Cada día tiene sus propios afanes y por ello al llegar a su término hay que descansar para estar listos para enfrentar el nuevo reto y al fin de los 365 días habremos acumulado vivencias tales que nos van cincelando, puliendo, desbastando hasta darnos la forma que reconocemos como resultado de la experiencia humana y todo esto forma parte de nuestra realidad que no podemos cambiar.
Tomás Jefferson decía que a él le gustaba más el sueño del futuro que la historia del pasado. Y esto es lo que nos permite iniciar una nueva etapa que por el momento solo existe en nuestra imaginación, por tal razón nos entusiasma pensar en el año que vendrá y llenamos nuestras alforjas con buenos deseos, con propósitos, proyectos y anhelos nuevos o añejos, pero en todo caso, renovados. La paradoja de la vida es que al mismo tiempo que sumamos, restamos; es la conciencia de que avanzamos en un camino, pero al hacerlo nos acercamos al fin y nos aferrarnos a ella, aunque sepamos que habrá de llegar el momento en que nos abandone. Lo que no puede abandonarnos nunca es el afán de soñar, de imaginar, de estremecernos ante lo que podemos lograr.
Tomás Jefferson decía que a él le gustaba más el sueño del futuro que la historia del pasado. Y esto es lo que nos permite iniciar una nueva etapa que por el momento solo existe en nuestra imaginación, por tal razón nos entusiasma pensar en el año que vendrá y llenamos nuestras alforjas con buenos deseos, con propósitos, proyectos y anhelos nuevos o añejos, pero en todo caso, renovados. La paradoja de la vida es que al mismo tiempo que sumamos, restamos; es la conciencia de que avanzamos en un camino, pero al hacerlo nos acercamos al fin y nos aferrarnos a ella, aunque sepamos que habrá de llegar el momento en que nos abandone. Lo que no puede abandonarnos nunca es el afán de soñar, de imaginar, de estremecernos ante lo que podemos lograr.
Creo firmemente en la enorme fuerza del espíritu humano, aquel que llevó a Beethoven a la cumbre de la expresión musical en un canto de alegría nacido de su desgracia, ese mismo espíritu puede darnos la oportunidad de crear el mundo del 2006 más promisorio. Imaginemos que con nuestro apoyo nuestros enfermos sanarán, que dedicaremos más tiempo a dar afecto y a servir a los demás, que disfrutaremos de la compañía de quienes queremos, entonces, si lo deseamos fervientemente, seguro nuestros sueños y nuestros deseos podrán cumplirse. Este es el sentido de la expresión: ¡FELIZ AÑO NUEVO!.